Recuerdo que llegué a casa con una sensación de irrealidad. Era invierno, el de 2011-2012 y yo estaba preparando el lanzamiento de mi novela «Yo, Úrsula»
En letras muy grandes escribí Mauthausen. Tuve que buscarlo para saber cómo se escribía.
¿Qué sabía yo de Mauthausen?
Que era un campo de concentración nazi y que allí habían muerto miles de judíos entre 1942 y 1945.
Pero aquella señora mayor, muy discreta, de pocas palabras que estaba sentada con las manos escondidas dentro del jersey me había dicho que allí habían muerto su padre, su abuelo y su tío al acabar la Guerra Civil Española.
GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (18 de julio de 1936 – 1 de abril de 1939)
Se produce como consecuencia del golpe de estado que un grupo de militares africanistas españoles intentan dar a la 2º República para evitar que gobiernen los partidos de izquierda. La batalla más larga y sangrienta es la Batalla del Ebro (julio – noviembre de 1938). Esta contienda es la que define el conflicto a favor de los sublevados y destruye buena parte de las poblaciones de Terra Alta, Ribera y Baix Ebre. Para hacernos una idea participaron en ella cerca de 300.000 soldados de los que perecieron casi 20.000 y 65.000 resultaron heridos. Los bombardeos a objetivos militares y civiles estuvieron a cargo de la aviación italiana de Mussolini, la Legión Cóndor y a última hora de los flamantes Junker JU52 de Hitler que hacían un puente aéreo entre España y Marruecos. ¡Vamos que aquello fue un infierno!
Abrí un libro que me había prestado la hija de aquella mujer a quien llamaremos Rosa como en la novela. El libro se titula «Lo que Dante no pudo imaginar», escrito por el deportado Amadeo Sinca Vendrell (1980). Las páginas estaban amarillentas. Hacia el final había un índice alfabético de los españoles asesinados por los nazis en los campos de Gusen y Mauthausen. ¡7000! Una esquina de página doblada señalaba el lugar donde estaban los datos del padre, el abuelo y el tío de Rosa. ¡No habían sobrevivido más de un año!
¿Cómo habían ido a parar tantos españoles a un campo de concentración nazi siendo que España no había participado en la Segunda Guerra Mundial? Tampoco había sido ocupada por Alemania, al contrario. Francisco Franco y su cuñadísimo Ramón Serrano Suñer habían sido colaboradores y amigos del régimen de Hitler.
La respuesta no fue difícil de obtener. Tras la derrota republicana miles de combatientes del bando perdedor huyeron a Francia para evitar represalias. Muchos lo hicieron con sus familias. Una vez allí volvieron a luchar contra la invasión nazi al costado de la resistencia francesa. Una vez ocupada Francia por los alemanes, los combatientes apresados fueron enviados a campos de concentración como prisioneros de guerra. Una explicación lógica, pero que generaba varios interrogantes más:
· ¿Era republicana la familia de aquella mujer? No, y si lo hubiese sido jamás habían combatido más que para labrar sus tierras.
· ¿Era Mauthausen un campo de concentración? No. En realidad, era un campo de exterminio destinado a delincuentes irredentos y enemigos políticos del régimen nazi. Así lo acreditaba el decreto Nacht und Nebel de 1941,Noche y Niebla en español. Aunque los alemanes ya lo habían puesto en práctica bastante antes de firmarlo. Según el propio director del campo Frank Ziereis «quien entra por la puerta solo puede salir por la chimenea del crematorio»
¿Por qué fueron a parar allí?
¿Se trató de una fatalidad?
En un principio creí que sí. No se me ocurrió ninguna explicación lógica al hecho de huir de una guerra civil y caer en una guerra mundial y además de ello ser enviado a un campo de exterminio… La misma Rosa me expresó la sensación de que una fatalidad había perseguido a su familia.
La realidad es que Rosa y los suyos vivían (y vive aún su familia) en Xerta, un pueblo ubicado cerca de Tortosa en el Baix Ebre y un punto álgido en la Batalla del Ebro. Allí se instalaron los almacenes militares republicanos en febrero de 1938, pero fue ocupada por las tropas sublevadas en abril del mismo año. Se originó así una serie de escaramuzas, ataques y contraataques que abarcaron toda la Ribera del Ebro, Serra de Pándols y Serra de Cavalls. Los aviones sobrevolaban la zona lanzando bombas y se decía que en cualquier momento se produciría una lucha a gran escala. Todo civil que pudo huir, lo hizo. La familia de Rosa decidió marchar a Francia, a Cognac donde cada año el abuelo, el padre y el tío iban a vendimiar. Allí tenían amigos que con seguridad les ayudarían.
Si usted no vivió nunca una situación así no puede hacerse una idea de la desesperación que produce ver en peligro a su familia. Yo sí. Mi familia y yo vivimos en primera persona los saqueos de 1989 y del 19 y 20 de diciembre de 2001 en Argentina. Hubo 39 muertos, centenares de heridos, cientos de negocios destruidos y una sensación de indefensión que nos decidió a abandonar el país de manera definitiva.
Me quedé un tanto patidifuso ante la historia que tenía delante. Demasiadas preguntas, demasiados cabos sueltos. Al no ser nacido en España mi conocimiento de los hechos históricos era muy limitado. Luego descubrí que ni los propios españoles los conocen, salvo los que los vivieron en carne propia. Y la mayoría están muertos.
Volvería a hablar con Rosa varias veces para que me contara más de su historia. Le preguntaría si me permitía escribir una novela con su vida. Al mismo tiempo iniciaría una investigación no solo para documentarme en caso de escribir sobre el tema. Me había picado la curiosidad y yo, quería saber.