Si no fuera por…

curves-grass-landscape-mountain-210092

En octubre de 2019 mi novela «La Rosa y el Picaport» estaba a punto para publicar. Portada lista, promoción iniciada y muchos lectores interesados en el tema. Todo parecía ir sobre ruedas. Si no fuera porque el proyecto editorial no pudo sostenerse. Sé de buena fuente que la empresa hizo todo lo posible para continuar y, si no fuera por las exigencias, pretensiones y especulación de la «banca comercial», lo hubiese hecho.

Hete aquí que, a pesar de la situación, se me ofreció publicar igualmente el libro y, si no fuera por mi decisión de cancelar el contrato, quizás ahora estaría en circulación.

Hace tiempo aprendí, a costa de muchos errores, que precipitarse o dejarse llevar por la emoción del momento, suele ser ruinoso. «La Rosa y el Picaport» es una muy buena novela histórica —no lo digo yo— y es una pena parirla sin asegurarle el recorrido comercial y promocional mínimo indispensable para que llegue a la mayor cantidad de lectores posibles.

También se ha de decir que todo sucede por alguna razón. Al menos yo, no creo en las «casualidades.» De haberse publicado, habría caído en medio de la bendita pandemia. Sin lugar a dudas, la atención de todo el mundo está en la evolución de la enfermedad y, al día de hoy ni hay librerías abiertas ni es posible realizar presentación, entrevista o coloquio alguno. Todas las ferias de libros se han aplazado o cancelado por lo que, la visibilidad de los nuevos títulos está limitada a internet y a las redes sociales.

Dicen que «cuando se cierra una puerta se abre una ventana.» Yo agregaría a la frase «hay que tratar de evitar distraerse en patear la puerta que se cerró para poder ver la ventana que se abre.» La verdad es que, si no fuera por la debacle de la editorial, «La Rosa y el Picaport» no estaría hoy siendo valorada por dos grandes editoriales. Faltan pocos días para conocer su decisión. Pueden decir que sí las dos, una que sí y la otra que no o, las dos que no. ¿Quién lo sabe? Mal no pinta. He trabajado varios años como asesor editorial y lector profesional. En términos generales, una obra que no vale la pena suele ser descartada al llegar a la página veinte.

Yendo a otra rama de mi trabajo, la de redactor de contenidos y copywriter, la tarea suele ocupar muchas horas. Acabada la jornada laboral, poca o ninguna gana queda para ponerse a escribir una novela, corregir un cuento o promocionar las obras ya publicadas. Si no fuera por la recesión e incertidumbre generadas por la aparición del virus, no hubiese podido ni pretendido generar un nuevo proyecto a nivel literario. La idea es bastante simple y adaptada a mi forma de ser. Yo no suelo hacer una sola cosa a la vez. Esta virtud o defecto me lleva a tener, por ejemplo, tres novelas comenzadas sobre distintas temáticas, un libro de cuentos casi listo para publicar, dos libros de crecimiento personal que solo necesitan que se resuelva la maquetación y, podría seguir enumerando…

Hoy publicar o autopublicar es sencillo, vender no tanto. Dentro de mi obra hay material que ha llevado mucho tiempo, investigación y trabajo para que tome forma. Arriesgarse a venderlo por monedas y que además lo pirateen no es nada inteligente. En cambio, hay otras producciones que no han requerido el mismo esfuerzo y esas sí pueden exponerse asumiendo los riesgos. No quiere decir que sean inferiores, simplemente son más fáciles, requieren menos preparación o son de menor longitud. Por tanto, veréis aparecer libros de mi autoría interesantes, con historias bien trabajadas y buen argumento, bastante a menudo. Y, mucho más esporádicamente, obras de mayor recorrido que en general corresponderán al género de novela histórica o ficción histórica.

Si no fuera por todo lo que ha pasado en los últimos meses, no estaría hoy aquí comunicando de manera optimista mis proyecciones de futuro.

Por supuesto que pueden suceder hechos que no están en mis cálculos. Ya ha pasado. En ese caso llegaré a una nueva realidad a la que adaptarme, buscar puertas, ventanas y luego volver a decir:

«Si no fuera por…»